Farmacéutica especializada en antienvejecimiento, dermofarmacia y nutrición
Podemos considerarnos afortunados pues vivimos en una época en que la ciencia ha alargado de manera significativa nuestras vidas. De todas formas, no estamos en todo momento con un funcionamiento pleno y con la vitalidad necesaria. Así, por ejemplo, nuestra sociedad es una fuente constante de estrés, por el ritmo de vida, la presión social y la burocratización. El concepto de “bienestar” no es nada fácil de definir, pero más difícil aún es lograrlo de forma estable. Las dietas que fomentan la inflamación, la exposición a la luz del sol, los contaminantes ambientales y muchísimos otros agentes, atacan nuestras células e influyen en la generación de elementos inflamatorios. Esta inflamación persiste día tras día, año tras año, y nos lleva al envejecimiento, que, como define el Dr. Perricone, es una enfermedad inflamatoria crónica en constante progreso, cuyo resultado siempre causa la muerte.
Llegados a este punto, debemos adoptar un nuevo estilo de vida basado en cuatro aspectos: dieta, complementos, cuidado de la piel y ejercicio. Es verdad que somos lo que comemos, como también es cierto que lo que comemos puede arrebatarnos juventud y energía. Los alimentos no adecuados provocan un envejecimiento prematuro, un tono muscular fláccido, escasa energía cerebral, etc.…
Lo que proponemos es conocer y seguir una serie de normas para recuperar y experimentar un aumento de la vitalidad, salud y memoria. La filosofía de Cosmeceutical Center es repasar y estimular esta transformación, perfilando un programa global con el objetivo de reconstruir y rejuvenecer nuestro cuerpo y la piel desde el interior. La salud y la piel bonita van juntas, y los complementos nutricionales y tratamientos tópicos adecuados nos ayudarán a mantenerla. Los tratamientos antiaging se pueden concebir desde dos puntos de vista: uno asociado a la mejora del aspecto y a la prevención del envejecimiento de la piel, y otro más global que pretende prolongar la vida aumentando paralelamente la calidad de la misma. Existen una serie de medidas que son básicas para proteger tanto el declive físico como el mental del organismo:
1. Una restricción en la ingesta calórica mejora la función cardiovascular, la resistencia a la insulina, mejora la eficacia mitocondrial en la obtención de energía y disminuye la aparición de especies reactivas y la producción de citoquinas proinflamatorias.
2. Es fundamental seguir un estilo de vida antiinflamatorio. En realidad, una dieta antiinflamatoria es enormemente sencilla. Solo hay que seguir estas normas:
2.1. Tomar proteína en todas las comidas. Las opciones recomendadas pasan por los pescados, pavo, pollo, huevos ricos en Omega 3 y claras de huevo, ternera, queso fresco, proteínas vegetales.
2.2. Consumir hidratos de carbono de bajo índice glucémico, y restringir los de alto índice glucémico
Debemos de saber que los hidratos de carbono con alto índice glucémico crean inflamación en el ámbito celular en todo el cuerpo, y por tanto son los peores enemigos y los primeros de los que tenemos que huir.
El índice glucémico es una medida para cuantificar “los azúcares” que nos proporciona un carbohidrato, y así poder clasificar la calidad de los distintos alimentos.
Si ingerimos hidratos de carbono con alto índice glucémico se desencadena una respuesta de la insulina para controlar el nivel de azúcar en la sangre. El azúcar reacciona con los minerales, como el hierro y el cobre, y crea radicales libres, que a su vez atacan las bicapas lipídicas de nuestras células. Este proceso desencadena la inflamación, el deterioro y acelera el envejecimiento, y todos los carbohidratos que no consumimos en forma de energía se terminan convirtiendo y almacenando en forma de grasas. Además, cuando ingerimos alimentos que se convierten rápidamente en azúcar en el torrente sanguíneo, se produce la glicación de las proteínas, proceso que producido en nuestra piel, hace que las moléculas de azúcar se peguen a las fibras de colágeno y éstas se endurezcan y pierdan la flexibilidad. Resultado: pérdida de elasticidad y aparición de surcos, es decir, arrugas.
Las mujeres, además, tienden a comer menos proteínas y más hidratos de carbono porque por naturaleza, poseen niveles inferiores de serotonina, neurotransmisor que proporciona la sensación de “sentirnos bien”. Por esto, para elevar los niveles de serotonina, sucumben a tomar hidratos de carbono que eleven los niveles de azúcar en sangre y consecuentemente, los niveles de serotonina. Esta ingesta de carbohidratos lleva asociada un elevado aporte de calorías, lo que le lleva a sacrificar (erróneamente) en la dieta las proteínas.
Se deben consumir verduras, frutas y legumbres y restringir la pasta, el pan, la patata, arroz, las harinas refinadas…
2.3. Tomar grasas saludables
Tradicionalmente se ha demonizado a las grasas, y culturalmente tenemos una fuerte aversión y miedo hacia a ellas, pero existe una gran diferencia entre las grasas negativas y las grasas que son la clave de la longevidad y la salud. A pesar de ser cierto que determinadas grasas saturadas, como las de la carne roja, margarinas y mantecas se pueden depositar como triglicéridos y grasa corporal, y están relacionadas con las enfermedades cardiovasculares y otras dolencias, existen otras grasas que son esenciales. Son los ácidos grasos que el organismo no puede sintetizar por si mismo y deben obtenerse por medio de la dieta. Se trata de ácidos grasos poliinsaturados, como la familia de los omega-3 (que proceden del ácido alfa linolénico), la familia de los omega-6 (que proceden del ácido gamma linoléico) y ácidos grasos monoinsaturados como la familia de los omega-9 (ácido oleico). Se encuentran sobre todo en el pescado azul, en el aceite de oliva, nueces… y proporcionan una extensa gama de beneficios para la salud, reduciendo la presión sanguínea, el riesgo de cáncer, el dolor y la inflamación… por eso no podemos dejar de ingerirlos aunque estemos a dieta, ya que se originan carencias, alteraciones en la piel y otros estados patológicos.
2.4. Repartir las comidas a lo largo del día. Idealmente debes hacer un desayuno, una comida y una cena y pequeños aperitivos o tentempiés a lo largo del día.
3. Y para ir más allá, muchos estudios enfocan a que la deficiencia de múltiples nutrientes puede desembocar en fatiga crónica, produciendo dolores de cabeza, sueño interrumpido y no reparador, fallos en la memoria a corto plazo, obesidad, trastornos digestivos…
Esta deficiencia suele venir derivada por causa de una alimentación carente de estos nutrientes. Pero también se da, en el caso de estar tomando medicación, porque algunos fármacos son habituales ladrones de nutrientes.
Por fortuna, se ha avanzado mucho en este tipo de complementos si tenemos en cuenta los preparados multivitamínicos estándar de las generaciones pasadas. Hoy en día disponemos de antioxidantes, aminoácidos, vitaminas y minerales pensados para cada caso. Por ejemplo, el yodo influye en el tiroides, estimulándolo. Desde hace años se sostiene que existe una deficiencia epidémica de yodo, lo que ha derivado en muchos casos de hipotiroidismo, cuyo uno de sus síntomas, precisamente es el cansancio. Otro ejemplo está en la toma de antibióticos. Tras un ciclo de antibióticos nos sentimos generalmente muy cansados, debido, a parte de la bajada de defensas que se produce en nuestro organismo, a la reducción de los niveles de varios micronutrientes, como el hierro, el complejo de vitaminas B, magnesio y la disminución de las bacterias beneficiosas de nuestro organismo. Nosotros en este caso aconsejamos el suplemento multivitamínico y mineral Two Per Day de Life Extension, cuya formulación es mucho más completa y potente que cualquier otro multivitamínico comercial, ya que lo que los consumidores ignoran es la baja concentración de nutrientes que usan muchas compañías comerciales en sus suplementos, aportando muy pocos o ningún beneficio.
Desde el punto de vista antiinflamatorio, el Omega 3 es el nutriente más importante. Si sólo tuviéramos que elegir un suplemento, sin duda, ese sería el Omega 3. Sus efectos en el sobrepeso y la obesidad pasan por una disminución del apetito, incremento de la masa muscular, aumento del gasto energético, un aumento del metabolismo, con lo que se reduce la deposición de grasa, aunque muchos de los estudios que se están desarrollando ahora mismo no son todavía concluyentes en este punto. Es el suplemento Nº1 para mejorar la salud cardiovascular, mejora la función neuronal y es esencial para el desarrollo infantil, sin olvidar por supuesto sus propiedades anticancerigenas y antidiabéticas
El segundo suplemento que yo recomiendo que se debe consumir es algún polifenol. Los polifenoles, además de sus increíbles capacidades antioxidantes, despliegan un gran potencial como antiinflamatorios inhibiendo el factor NF-Kappa-B, como antiglicanos, reduciendo el efecto dañino de los azúcares sobre las proteínas, y como potenciador de la longevidad. En este caso, recomendamos el resveratrol, que mimetiza los efectos de la restricción calórica sin que se produzca un déficit de nutrientes. Es un potente antioxidante y posee efectos antiinflamatorios.
Si hace unas décadas alguien hubiera hablado de evitar el envejecimiento lo habrían tachado de iluminado o de curandero. Muchos eran los investigadores que creían que el envejecimiento era algo prefijado, un proceso programado en nuestra biología que culminaba con la muerte en un plazo de tiempo inscrito en el ADN. Pero con las últimas investigaciones, ya no hay que aceptarlo como algo inevitable, del mismo modo que no hay por qué aceptar una infección. Podemos intervenir, cada vez un poquito más, en el “destino” de nuestras células.
Lo que está claro, es que las investigaciones científicas sobre el antienvejecimiento tienen ya resultados palpables, y que quedan aún cosas por hacer... Así que, bienvenidos a un prometedor futuro ¿sin envejecimiento?