Por Inmaculada Canterla
Farmacéutica especializada en antienvejecimiento, dermofarmacia y nutrición
Ahora que ya estamos totalmente inmersos en la primavera creemos que es el
momento idóneo para hablar de alimentación y dietas para empezar la temporada
con un buen plan de ataque beauty y lucir piel y tipazo en verano.
Tradicionalmente la palabra “dieta” es sinónimo de
sacrificio, hambre, mal humor y frustración y con el tiempo, se recupera el
peso perdido, con el agravante de que lo que se había perdido principalmente
era agua y músculo, y lo que se recupera es un 20% más de peso en forma de
grasa. Es el llamado “efecto rebote”
Así que, nuestro consejo es elegir siempre dietas equilibradas y saludables que
incluyan alimentos de todos los grupos, que no sean “demasiado” rápidas y restrictivas
y que se compaginen con ejercicio moderado adaptado a la edad y la forma física
de cada persona.
La reeducación alimentaria acompañada de una pauta de
alimentación correcta y de ejercicio físico adecuado, son las únicas claves
para mantener la salud, el peso óptimo y desarrollar un nuevo estilo de vida.
Podemos recurrir a la ayuda de suplementos nutricionales y cosméticos, que
no harán milagros, pero si ayudarán a conseguir los objetivos y a que el
resultado sea satisfactorio. Nos
permiten cuidar de nuestra salud, mantener el peso adecuado y además nos ayudan
a retrasar el proceso de envejecimiento natural.
Con los últimos avances en nutrigenómica y nutrigenética se pueden
prescribir dietas más personalizadas, ofreciéndonos la nutrición del futuro. Podremos individualizar las recomendaciones
dietéticas para conseguir un desarrollo adecuado y un envejecimiento saludable.
Una parte clave del envejecimiento radica en la alimentación. La
alimentación es mucho más que unas sustancias que nos dan la vida. Las opciones que tomamos
cada día entre la amplia gama de grasas, proteínas e hidratos de carbono a la
hora de alimentarnos, influyen directamente en nuestro estado físico y mental,
en el número de arrugas, en el tono muscular, en la memoria, en el estado
emocional y en el estado de nuestros órganos internos. Por tanto, lo primero
que nos tenemos que plantear es una alimentación adecuada para reconstruir
nuestro cuerpo y conseguir que funcione de forma óptima.
HIDRATOS DE CARBONO
Los carbohidratos son compuestos orgánicos formados por carbono, hidrógeno
y oxígeno, también llamados hidratos de carbono, glúcidos o azúcares.
Debemos de saber que los hidratos de carbono con alto índice glucémico
crean inflamación en el ámbito celular en todo el cuerpo, y por tanto son los peores
enemigos y los primeros de los que tenemos que huir.
El índice glucémico es una medida para cuantificar “los azúcares” que nos
proporciona un carbohidrato, y así poder clasificar la calidad de los distintos
alimentos.
Si ingerimos hidratos de carbono con alto índice glucémico se desencadena
una respuesta de la insulina para controlar el nivel de azúcar en la sangre. El
azúcar reacciona con los minerales, como el hierro y el cobre, y crea radicales
libres, que a su vez atacan las bicapas lipídicas de nuestras células. Este
proceso desencadena la inflamación, el deterioro y acelera el envejecimiento, y
todos los carbohidratos que no consumimos en forma de energía se terminan
convirtiendo y almacenando en forma de grasas. Además, cuando ingerimos
alimentos que se convierten rápidamente en azúcar en el torrente sanguíneo, se
produce la glicación de las proteínas, proceso que producido en nuestra piel,
hace que las moléculas de azúcar se peguen a las fibras de colágeno y éstas se
endurezcan y pierdan la flexibilidad. Resultado: pérdida de elasticidad y
aparición de surcos, es decir, arrugas.
Cuando nos hacemos idea de esta situación, nos cuesta mucho menos no caer
en la tentación de ese helado, galleta, tarta…
Las mujeres, además, tienden a comer menos proteínas y más hidratos de
carbono porque por naturaleza, poseen niveles inferiores de serotonina,
neurotransmisor que proporciona la sensación de “sentirnos bien”. Por esto,
para elevar los niveles de serotonina, sucumben a tomar hidratos de carbono que
eleven los niveles de azúcar en sangre y consecuentemente, los niveles de
serotonina. Esta ingesta de carbohidratos lleva asociada un elevado aporte de
calorías, lo que le lleva a sacrificar (erróneamente) en la dieta las proteínas.
GRASAS
Tradicionalmente se ha demonizado a las grasas, y culturalmente
tenemos una fuerte aversión y miedo hacia a ellas, pero existe una gran
diferencia entre las grasas negativas y las grasas que son la clave de la
longevidad y la salud.
A pesar de ser cierto que determinadas grasas saturadas, como
las de la carne roja, margarinas y mantecas se pueden depositar como triglicéridos y grasa corporal, y están
relacionadas con las enfermedades cardiovasculares y otras dolencias,
existen otras grasas que son esenciales.
Son los ácidos grasos que el organismo no puede sintetizar por si mismo y deben
obtenerse por medio de la dieta. Se trata de ácidos grasos poliinsaturados,
como la familia de los omega-3 (que proceden del ácido alfa linolénico), la
familia de los omega-6 (que proceden del ácido gamma linoléico) y ácidos grasos
monoinsaturados como la familia de los omega-9 (ácido oleico). Se encuentran
sobre todo en el pescado azul, en el aceite de oliva, nueces… y proporcionan
una extensa gama de beneficios para la salud, reduciendo la presión sanguínea,
el riesgo de cáncer, el dolor y la inflamación… por eso no podemos dejar de
ingerirlos aunque estemos a dieta, ya que se originan carencias, alteraciones
en la piel y otros estados patológicos.
PROTEÍNAS
Con respecto a las proteínas, la cantidad que se requiere es un
tema controvertido, ya que depende de muchos factores, como la edad, el estado
de salud de nuestro intestino y nuestros riñones… y también depende del valor
biológico de las proteínas que se consuman. En general, se recomiendan unos 60-80g
de proteínas al día para asegurarnos el aporte de aminoácidos esenciales
necesarios para la síntesis proteica humana.
Actualmente están muy de moda las dietas hiperproteinadas o
hiperproteicas, aunque personalmente seguimos prefiriendo la normoproteicas por
ser mucho mas equilibradas, ya que todo exceso de proteínas supone cierto grado
de intoxicación que pueden provocar indeseables efectos, como estreñimiento, halitosis, migrañas, cálculos renales, acidosis metabólica...
Con todo lo explicado,
Cosmeceutical Center te ayuda si quieres perder esos kilitos ganados durante el
invierno, mejorar tu estado anímico y tu piel. No olvides beber entre 8 y 10
vasos de agua al día y repartir las comidas durante el día en tres comidas y
dos tentempiés, podrás experimentar un cambio radical. Te podemos proporcionar
como ayuda las ultraefectivas fórmulas reductoras y reafirmantes de Iodase y
los suplementos nutricionales de Life Extension.